Pues lo hice...les comentaré brevemente cómo surgió todo. Supuestamente Xabor y yo pasaríamos, el año nuevo en un bello pueblito en el cual conoceríamos algunas bellas chamaconas y seríamos inmensamente felices y beberíamos hasta altas horas y blablabla; pero no fue así, en realidad no sé a quién de los dos se le ocurrió la fabulosa idea de cerrar el año haciendo algo verdaderamente locoshon, y pues qué cosa más locoshona que volar... y no me refiero a darse un toque o algo así.
Pues bien, después de hacer la reservación estaba todo preparado para que el día sábado nos presentáramos en punto de las 9:00am en Cuautla para nuestra cita con la muerteeeeee, ñaca ñaca!
Tuvimos que esperar varias horas hasta que llegara el momento en que saltáramos, no les voy a mentir, estaba cagado de miedo, aún más que con el bungie. La cosa ya estaba hecha, habría que subir y saltar, porque para eso son los miedos, para vencerlos o no?
Una vez en la avioneta los nervios pasaron un poco, en realidad ya no había mucho que hacer, entre más lo pensara, sería peor. Así que resignado y haciéndome de valor, seguí todas las indicaciones del instructor asegurándome que no se me fuera ningún detalle y sobre todo, supervisando que no se le escapara atorar ningún chingado artefacto a mi arnés.
Y bien, ahí estaba yo a 9,000 pies de altura, pegado a un changuito el cual sería encargado de llevarme sano y salvo a tierra. Habría entonces que hacer una de las cosas más difíciles de toda la aventura, y por supuesto una de las que más temía, decidir lanzarse... -Vas a poner una pierna en la llanta, y vas a sacar el cuerpo...cuando yo te diga saltamos, ok? ready, set...saaaaaltoooooooo!!!!!!!!!!!
Ahí iba yo, cayendo a más de 200 kilómetros por hora, hasta que después de algo así como 40 segundos se habría el paracaídas, haciendo que toda mi columbra vertebral se estirara como liga. Lo que siguió fue lo más tranquilo, aunque el shock de la caída me dejó un tanto aturdido.
Toda una experiencia, que por supuesto recomiendo a aquellos que les gustan las aventuras fuertes, yo que no soy precisamente de esos, no lo volvería a hacer, aunque ya tengo para contarle a mis nietos.
Saludos y felices vuelos!!!
Tuvimos que esperar varias horas hasta que llegara el momento en que saltáramos, no les voy a mentir, estaba cagado de miedo, aún más que con el bungie. La cosa ya estaba hecha, habría que subir y saltar, porque para eso son los miedos, para vencerlos o no?
Una vez en la avioneta los nervios pasaron un poco, en realidad ya no había mucho que hacer, entre más lo pensara, sería peor. Así que resignado y haciéndome de valor, seguí todas las indicaciones del instructor asegurándome que no se me fuera ningún detalle y sobre todo, supervisando que no se le escapara atorar ningún chingado artefacto a mi arnés.
Y bien, ahí estaba yo a 9,000 pies de altura, pegado a un changuito el cual sería encargado de llevarme sano y salvo a tierra. Habría entonces que hacer una de las cosas más difíciles de toda la aventura, y por supuesto una de las que más temía, decidir lanzarse... -Vas a poner una pierna en la llanta, y vas a sacar el cuerpo...cuando yo te diga saltamos, ok? ready, set...saaaaaltoooooooo!!!!!!!!!!!
Ahí iba yo, cayendo a más de 200 kilómetros por hora, hasta que después de algo así como 40 segundos se habría el paracaídas, haciendo que toda mi columbra vertebral se estirara como liga. Lo que siguió fue lo más tranquilo, aunque el shock de la caída me dejó un tanto aturdido.
Toda una experiencia, que por supuesto recomiendo a aquellos que les gustan las aventuras fuertes, yo que no soy precisamente de esos, no lo volvería a hacer, aunque ya tengo para contarle a mis nietos.
Saludos y felices vuelos!!!